Este es otro ejemplo de esas cadenitas cuyo único propósito consiste en causar alarma con base en información incorrecta. Quienes los escriben y envían se aprovechan de la falta de conocimiento por parte del público usuario para ello.

Recientemente estuvo circulando un correo alertando sobre los peligros asociados al empleo de los teléfonos celulares. Según explican, la radiación emitida por estos equipos provoca el calentamiento de los materiales situados a corta distancia e, incluso, presentan un experimento en el cual supuestamente se cocina un huevo.

A continuación se ilustran dos figuras alusivas a este tema. En la primera de ellas aparece una clara referencia a un portal de Internet ubicado en China.

¡QUÉ HORROR! ¿Acaso podría quedar "cocinado" nuestro cerebro si nos da por estar hablando muy frecuentemente y prolongadamente a través del celular?

Se responde a esta interrogante citando los hechos, así como las especificaciones aplicables a estos sistemas de telefonía celular.

Tal como se observa en la primera ilustración, al colocar al huevo en medio de los dos teléfonos celulares se pretende que la radiación electromagnética emitida por uno de ellos atraviese al huevo y lo caliente en su trayectoria hacia el otro aparato que recibe dicha señal.

La falacia estriba en que los teléfonos celulares no operan como suelen hacerlo los intercomunicadores (popularmente conocidos como walkie – talkies), los cuales establecen un enlace de radiocomunicación directamente entre ellos. Más bien, cuando se lleva a cabo una conferencia entre dos aparatos celulares, el enlace siempre es a través de una o varias radio bases. Estas radio bases son sistemas fijos que se encargan de administrar la comunicación dentro de un área geográfica muy bien delimitada llamada célula – de ahí la designación de telefonía celular.

Al iniciar una conferencia de telefonía celular, el primero de los equipos establece un enlace con la radio base que le corresponde (radio base 1), de acuerdo con la región dónde se ubique. A su vez, esta radio base se comunica a una computadora central la cual lleva a cabo una búsqueda muy rápida a lo largo y ancho de todas las radio bases del sistema para localizar en dónde se encuentra el segundo equipo hacia el cuál se pretende establecer la conferencia. Una vez localizado este segundo aparato, su radio base regional (radio base 2) le envía una señal de llamada para emitir un tono de timbrado y alertar al usuario sobre una llamada entrante. Al contestar la llamada, el enlace queda establecido mediante una cadena: equipo 1 – radio base 1 – equipo central – radio base 2 – equipo 2. Es decir, tal como se detalla en la figura anexa, la transmisión entre ambos celulares NO ocurre a través del huevo posicionado entre los dos aparatos.

Otro error se relaciona con la potencia de los transmisores y la banda del espectro radioeléctrico en la que operan los teléfonos celulares.

En los intercomunicadores del tipo walkie – talkies es usual emplear potencias que van desde 100 milésimas de watt, en los aparatos más sencillos y baratos, hasta valores del orden de los cinco watts en los equipos más avanzados y costosos. Además, los organismos normalizadores en materia de telecomunicaciones han asignado frecuencias en el rango de los 150 a 170 megahertz, ó parecidas, dentro de la banda de VHF (Very High Frequency). A dicha frecuencia, la absorción de la energía radiante en los tejidos vivos es casi despreciable y no se produce el efecto de calentamiento inducido con el consiguiente daño fisiológico que pudiera sobrevenir.

En cambio, los teléfonos celulares operan ya sea en la banda de 850 a 900 megahertz ó en la de 1900 megahertz. A esas frecuencias la absorción de la energía radiante en los tejidos vivos ya se torna significativa, pudiendo ocasionar daños a los usuarios. Para evitar estos efectos adversos, los teléfonos celulares funcionan con base en técnicas de modulación digital, así como en códigos de detección y corrección de errores. Con ello, es factible reducir significativamente la potencia de los transmisores sin perder por ello la calidad de la señal. En los teléfonos celulares la máxima potencia de transmisión es de 600 milésimas de watt y es controlada interactivamente por los monitores de calidad de la señal instalados en las radio bases. Por ende, muy rara vez se requiere operar a uno de estos aparatos móviles a la máxima potencia de transmisión.

Ante estos datos, cabe señalar que, no obstante las frecuencias antes mencionadas y que se ubican dentro de la banda de UHF (Ultra High Frequency), la potencia de pocas fracciones de watt no es suficiente ni siquiera para entibiar un vaso con agua, aún cuando se le mantuviera aplicada constantemente por un lapso indefinido. En todo caso, el calentamiento apreciable en un teléfono celular, cuando se realiza una llamada de larga duración, se debe a la disipación por la descarga prolongada de la batería.

De todas formas, este calentamiento propio de la ineficiencia de las baterías es soportable en la mano pues no rebasa los 40 grados Celsius. Ni por casualidad alcanza la cifra de 60 grados Celsius, mínima requerida, para iniciar el proceso de hidrólisis en las proteínas y que lleva a la coagulación del protoplasma (clara del huevo). De alcanzar esa temperatura de 60 grados no podríamos mantener el celular en la mano por más de tres segundos sin aventarlo.

Las primeras pruebas realizadas para el desarrollo de los sistemas de telefonía celular datan de 1971 cuando la Corporación AT&T llevó a cabo las primeras evaluaciones sobre el sistema AMPS (Advanced Movile Phone System). Ya para 1985 se comenzaron a integrar las primeras redes de telefonía celular en las grandes capitales del mundo. En la década de los noventas, la telefonía celular hizo virtual explosión desplazando en cantidad de abonados y rango de cobertura a los sistemas tradicionales de telefonía fija.

Tanto los primeros catorce años de desarrollo primario, como toda la experiencia acumulada a lo largo de casi cuarenta años, han traído importantes mejoras en la calidad y la confiabilidad de este servicio, además de garantizar una total seguridad para los usuarios. Los organismos tanto encargados de las Comunicaciones como de la Salud Pública en numerosos países así lo han certificado En cada instante, millones de personas en el mundo están aprovechando este invaluable recurso para comunicarse activamente. Y es un hecho irrefutable que en ningún registro de algún hospital de este planeta se reporta el ingreso de algún paciente con el cerebro recocido.

Ojalá que las personas le dieran un uso más inteligente y provechoso tanto a los sistemas de correo electrónico como a los de telefonía celular en vez de andar diciendo tantas tonterías y propagando tantos absurdos. Ese tipo de abusos sí calienta.

Fin